En la década del 60 y principios de los ´70 había una gran confianza en el desarrollo industrial y los beneficios que el mismo traería no sólo a los países desarrollados sino también al resto de la humanidad. Eran los tiempos del petróleo abundante y a bajo costo (sólo 2 o 3 USD/Barril) y donde se pensaba que todo se podía fabricar a partir de combustibles fósiles como petróleo o carbón.
En esos tiempos felices y optimistas nadie hablaba de contaminación ambiental ni efecto invernadero, con lo cual nadie se preocupaba por reducir el consumo de combustible, por reducir las emisiones de CO2 o por reciclar los desechos. Había una imagen de un planeta Tierra capaz de absorber todo lo indeseable y brindar todo lo necesario.
Este panorama comienza a resquebrajarse durante la crisis del petróleo del ´73 que trajo no sólo un fuerte aumento de los precios del petróleo sino lo que es más grave, fuertes dudas por su disponibilidad futura. En la industria del caucho comenzó a pensarse seriamente cómo podrían fabricarse los productos con un petróleo caro y escaso.
Los precios más altos motivaron a la industria petrolera a explorar nuevas fuentes y así surgió primero la explotación en aguas profundas (Mar del Norte) y posteriormente la recuperación secundaria y los esquistos bituminosos (“shale oil”).
De todos modos la amenaza de que en algún momento en el futuro se agoten los combustibles fósiles, hace que grandes compañías, especialmente los fabricantes de neumáticos, investiguen alternativas para producir las materias primas a partir por ejemplo de alcohol etílico que puede ser producido por fermentación de recursos vegetales renovables (en este momento Michelin está desarrollando con un socio alternativas para producir butadieno, materia prima base de los cauchos sintéticos, a partir de alcohol).
A la par de este proceso, hay un gran movimiento a nivel mundial para que tanto las materias primas utilizadas, como los procesos mismos de fabricación tengan el menor impacto posible sobre el ambiente. Para ello fue necesario dejar de utilizar ciertas materias primas o utilizarlas en formas de presentación menos contaminantes del ambiente (materiales aglomerados en lugar de en polvo). Esto está muy reforzado por legislación local e internacional y también por decisión de las mismas empresas que evitan exponer a su personal o a sus clientes a materiales considerados tóxicos.
Por si esto fuera poco la preocupación por el cuidado del ambiente se ha hecho extensiva últimamente a los productos durante su fabricación (scrap de proceso y producto), su uso (contaminación por desgaste) y al final de su ciclo de vida (producto fuera de uso). Esto es especialmente válido cuando se genera un gran volumen de residuos como es el caso de la industria del neumático. Por eso los fabricantes deben enfocarse en la minimización de la generación de residuos, por medio de la reducción del scrap generado durante la fabricación, la prolongación sin fallas de la vida del producto y el reciclado de los residuos.
El reciclado puede darse utilizando lo obtenido en reemplazo de materia prima virgen o derivándolo a productos de menores exigencias de servicio, cuando no se lo puede utilizar en su propio proceso de fabricación.
Estos cambios que se vienen produciendo desde hace 40 años pero que se han acelerado en el siglo XXI, plantean un serio desafío para los fabricantes de artículos de caucho. Las presiones ambientales debido a las legislaciones más exigentes, la necesidad de proteger al personal, satisfacer a nuestros clientes y mostrarnos como una empresa socialmente responsable, exigen una nueva estrategia empresaria que tenga en cuenta estos temas hoy ineludibles.
De la habilidad para encarar estos desafíos dependerá la posibilidad de proyectarse hacia el futuro como una empresa líder y socialmente responsable.
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